Una hermosa puesta en escena totalmente tradicional
Opus Arte ha publicado una de las mejores, quizá la más
completa, de las versiones en imágenes de la inmortal ópera de Verdi. Porque
hasta ahora todas flaqueaban apreciablemente por algún lado; esta nueva no es perfecta, claro, pero sí quizá la más
redonda, carente de deficiencias notables. Los mayores activos de esta versión
son su protagonista vocal, la batuta y la escena a cargo de Richard Eyre: absolutamente
tradicional pero preciosa e irreprochable, ¡hasta en los coros de gitanas y de
matadores!, en los que no falta una ironía que casi los salva. Y los
otros dos elementos principales -Alfredo y Giorgio Germont- son digamos que suficientes,
ya que no para tirar cohetes.
Vamos por partes: creo que Antonello Manacorda (Turín,
1970), que comenzó con brillantez como violinista, tiene gran talento y un muy
destacado instinto musical. Dedicado -como los antiguos maestros italianos Tullio
Serafin, Gianandrea Gavazzeni, Molinari-Pradelli, etc.- casi exclusivamente a
la ópera, ya ha dirigido títulos muy diversos en media docena de escenarios del
más alto nivel. En esta Traviata del Covent Garden (enero de 2019) me ha
llamado la atención su sensibilidad en las partes orquestales -los Preludios- y
su extrema atención a las voces, a tenerlas en cuenta (incluso en sus
limitaciones) y llevarlas en volandas: una cualidad en la que algunas grandes
batutas no suelen, o no quieren, destacar. Excelente su labor, de principio a
fin.
Ermonela Jaho no es la voz absolutamente exacta para toda
esta ópera -como sí lo fueron Sutherland, Sills o la joven Caballé-, pues en el
final del Acto I (“Sempre libera!”) pasa sus apurillos; a este detalle
yo le atribuyo una mínima relevancia. Pero son tales sus cualidades positivas
que compensa mil veces esa minimácula: la principal es su extraordinaria fuerza
expresiva, su tremenda veracidad y sinceridad, que desarma por completo frente
a cualquier crítica. En este aspecto, no conozco a ninguna soprano que la haya
sobrepasado como Violetta. Además, la voz, puramente lírica, es bella (no la
más bella del mundo) y su canto extremadamente depurado. Para quienes duden de
lo que digo, basta con que le escuchen “Dite alla giovine”, en el dúo del Acto
II con Giorgio Germont. ¿Alguna vez ha sido tan conmovedor? Lo dudo. Como le ha
ocurrido en otras ocasiones (al final de Butterfly o de Suor Angelica),
al salir a saludar se la ve totalmente demudada; tarda en reaccionar, en salir
de su personaje y volver a la realidad.
Esta misma mañana, poco antes de las 9,30, en Radio Clásica, Martín Llade y su invitado han concluido el programa anunciando la canción Pimpinella (op. 38/6) de Tchaikovsky. Pero lo que han emitido ha sido la variación final de las Variaciones rococó, para violonchelo y orquesta, del mismo compositor. En lugar de admitir que se habían confundido, Martín Llade ha dicho: "Pues tiene un aire a las Variaciones rococó". ¡Un aire! ¡Eran exactamante, y además ha citado al cellista que tocaba! Música que no se parece un pimiento a la referida canción. Y el invitado, un italiano, tampoco le ha desmentido. ¡Poco serio!
ResponderEliminarEsa Traviata que comentas la vi en su día en el cine y coincido contigo. No hagas mucho caso de Martín Llade….
ResponderEliminarÁngel:
ResponderEliminarSepa disculpar mi curiosidad (por favor, no se lo tome a mal), pero desearía saber, ¿cómo hace usted, siendo español y jubilado, para realizar las compras diarias en lo referente a alimentos, medicamentos e insumos básicos e indispensables? Se lo pregunto porque en mi país TODO es un ¡Viva la Pepa!, y casi nadie respeta la cuarentena obligatoria.
Bueno, nada especial: salgo a comprar comida un par de veces a la semana, y de paso me acerco, si necesito algo, a la farmacia.
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